Después de la tormenta,
todo se aquieta,
los colores resurgen.
En la vida, aunque quedan heridas,
es vida y se continúa
adelante.
Hay un sol que aparece
tras esas nubes que quedaron
como vestigios del
infortunio de la noche,
la energía que trae es más poderosa
que todo lo terrible
que acaeció con tanta lluvia,
truenos ensordecedores
y los rayos que quemaron todo a su paso.
Ellos traían la furia
de un corazón herido,
ese que yo debía cuidar
y no supe proteger.
Culpable soy de amarte como lo hago,
así tras las montañas,
invisible para ti,
pero tan presente
como lo estás en mí
y
estoy segura,
que yo lo estoy en ti.
Negar la inmensidad del amor
es condenarnos a morir lentamente…
Mi amor permanecerá
a la espera que decidas que
juntos despertemos al amor.
Por Viviana Lizana Urbina
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